Alegría desbordante, sentimientos encontrados, ansiedad de cada fin de semana, jubilo por pasarla bien, el alcohol, en sus diferentes formas que duda cabe es un gran desinhibidor, el consumo de alcohol con moderación es lo ideal, pero cuando uno pierde los sentidos a consecuencia de dicho contenido y despiertas al día siguiente totalmente ignorante de lo que aconteció en horas de pleno libamiento, siempre resulta contradictorio, pavoroso, inexplicable y lamentable tratar de recordar que sucedió en esas horas totalmente entregadas al alcohol.
Uno siempre hace un “mea culpa” y se compromete a cambiar, en muchas ocasiones sucede, pero al final de pasado un lapso de tiempo, ese contenido adictivo vuelve a rondar los pensamientos y por lo tanto exige nuevamente ser satisfecha, esa “necedad”, de beber nuevamente.
La reflexión esta dada, las circunstancias desagradables que me acontecieron ya son pasado, (y no han sido pocas) y este breve articulo trata de reconocer un vicio que a la larga debe ser controlada, con voluntad ante todo.
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